Breve Historia de la Biblioteca Municipal
Breve historia de la Biblioteca Municipal
Santo Domingo de la Calzada posee una biblioteca excepcional situada en un edificio, la Casa Trastámara, lleno de historia. Fue el palacio episcopal del obispo Juan del Pino y en ella falleció el 30 de mayo de 1379 el rey castellano Enrique II. Durante años fue vivienda y tras su adquisición por parte del ayuntamiento, en 1991 se reconstruyó para albergar la Biblioteca Municipal, un salón de actos y la Oficina de Turismo. Tras su última reforma y ampliación de 2009, el edificio está ocupado en su totalidad por la biblioteca.
Aunque la Biblioteca Municipal se creó en tiempos de la II República, no fue hasta 1941 cuando se estableció una dirección y se contó un local estable. Desde ese año ha tenido varias sedes, la primera de ellas en las escuelas de la plaza Mayor; posteriormente se trasladó al antiguo fielato, pasando después al instituto de bachillerato.
Como se ha señalado, su creación se gestó durante la II República, si bien los distintos avatares y la guerra retrasaron su apertura. El 13 de junio de 1932 el Gobierno, siendo ministro de Instrucción Pública Fernando de los Ríos, aprobaba un decreto por el que se regulaba la creación de bibliotecas municipales. En él se encomendaba su gestión a las juntas de biblioteca municipal que debían crearse en todos los municipios, instándose a éstos a poner a disposición un local apropiado. En su fachada tenía que colocarse un rótulo con la inscripción “Biblioteca pública municipal” y se debían establecer unos horarios de apertura. También se regulaba el número mínimo de volúmenes de acuerdo con la población del municipio. Finalmente en aquel decreto se creaban dos categorías de bibliotecas y se abordaban otras cuestiones organizativas. La norma tiene gran importancia, pues fue la primera vez que se reguló la creación de bibliotecas municipales.
En Santo Domingo de la Calzada se comenzaron entonces las gestiones para su creación, sin embargo fue el 8 de enero de 1941 cuando el ayuntamiento aprobó su definitiva fundación aludiendo precisamente a aquella buena norma de 1932. Para su ubicación se habilitó una estancia en el edificio de las escuelas y se designó como encargado al maestro Claudio Pérez García, el cual había sido el promotor de la iniciativa.
A finales de 1950, don Claudio, que seguía siendo su responsable, solicitó al ayuntamiento un nuevo local que dispusiese de un mobiliario apropiado pues, al parecer, el espacio situado en las escuelas se había quedado pequeño. Se acordó entonces pasar la biblioteca al viejo fielato, situado en la misma plaza y junto al ayuntamiento. Allí permaneció durante décadas, si bien tras el fallecimiento de su responsable quedó en un estado más que lamentable. Al construirse el nuevo instituto de bachillerato a principios de los 80, sus fondos fueron trasladados a este edificio. Finalmente lograría una ubicación estable en la Casa Trastamara.
Autor: F. Javier Díez Morrás