Historia
Orígenes Templarios
La orden de los Templarios está entroncada de lleno en el nacimiento de esta villa.
En plena Reconquista, las tropas cristianas en el año 1119, arrebataron a los musulmanes la localidad de Tudela y otros terrenos de su entorno entre los que estaba lo que hoy es el término municipal de Ribaforada.
Dicen que allá por el año 1157, el rey de Navarra, donó a la orden de los Caballeros Templarios los terrenos de Estercuel y de Espedolla. Ambos parajes, próximos entre sí, se encontraban dentro del actual término de Ribaforada.
Estercuel, que debió quedar despoblado en el siglo XII, era una almunia con su propio núcleo de población, moriscos todos ellos, que contaba con mezquita propia. Espedolla, muy próximo a Estercuel, quedó deshabitado un poco más tarde, en el siglo XIII. Sabemos que también tuvo mezquita propia, lo que nos permite suponer que también estaba formado por población musulmana.
Lo cierto es que, Estercuel y Espedolla, por merced del rey pasaron a ser propiedad de los Templarios; que muy agradecidos, se trasladaron a esos terrenos y construyeron un convento entre esos dos pequeños núcleos de población. Acababa de nacer Ribaforada, y sucedía esto en la segunda mitad del siglo XII.
Ellos, que de alguna manera vinieron a disfrutar de los privilegios que les había otorgado Sancho el Sabio, consiguieron rodear su convento de viviendas en las que indistintamente habitaban moros y cristianos. Aquellos primeros pobladores civiles se asentaron allí como labradores de las tierras del convento. En 1250 consiguieron del rey de Navarra que les arrendasen los montes; y poco después, cuando en 1264 los moros habían conseguido que en esos montes creciesen todo tipo de hortalizas y de frutos, cuando habían conseguido crear zonas de pastos e incrementar notoriamente sus ganados, entonces, el rey Teobaldo II suprimió el arriendo y donó, también los montes, a la Orden del Temple para conseguir que estos mantuviesen su presencia en Ribaforada.
En 1312, Luis el Hutin, rey de Navarra y de Francia, el mismo que hizo construir el castillo de Pamplona, promulgó oficialmente la extinción de la Orden de los Caballeros Templarios.
Si en el año 1312 los Templarios desaparecían, tan solo un año después, en 1313, el rey de Navarra traspasó sus bienes a otra orden religiosa, a los de San Juan de Jerusalén, creándose en ese lugar una nueva Encomienda que mantendría la propiedad del lugar hasta la primera mitad del siglo XIX.