Concursos
II Concurso de Microrrelatos Día de las Bibliotecas.
II Concurso de Microrrelatos Día de las Bibliotecas.
MICRORRELATOS GANADORES
• Categoría A (Primaria) La cueva escondida de Carla Fernández.
Por la correcta estructuración de las ideas planteadas y un desarrollo que desprende sentido del humor
• Categoría B (Secundaria) El secreto de Ismael Leonato.
Por un uso directo y austero del lenguaje, manteniendo la incógnita hasta el final con un ritmo muy dinámico.
• Categoría C (Bachiller) Mi realidad de Paula Álvarez.
Debido a una ejecución limpia, con un léxico rico repleto de referencias literarias que exaltan el hábito lector.
RELATOS
"La cueva escondida"
Érase una vez un pueblo llamado Villamiel, en el que vivían unos niños que decidieron montar un negocio de resolver misterios. Cada misterio 5€.
El problema es que nadie les pedía que resolvieran ningún misterio. Solo una vez una ancianita perdió sus gafas, pero en realidad las llevaba puestas.
Jack, Eric y Sofía (que así se llamaban) decidieron cerrar el negocio.
En una noche de lluvia de estrellas Sofía pidió un deseo:
"Que podamos resolver muchos misterios"
Al día siguiente, mientras los padres veían las noticias y los niños desayunaban, en la tele salió que alguien había robado todas las flores de la floristería.
En cuanto los niños vieron esa noticia todos pensaron: “¡Este es nuestro caso!
Al cabo de una semana habían robado una joyería, un almacén de comida, ropa de todas las tiendas de Villamiel, bicis y hasta un coche. "¡Qué raro!" decía todo el mundo. "¿Y dónde habrán guardado las cosas?"
Un día se fueron al bosque a jugar, cuando de repente vieron un conejo salir de unos matorrales se asomaron a ver y había... ¡Una cueva muy grande con todos los objetos robados!
¡Los encontramos!
Ahora empieza la aventura de descubrir al ladrón.
"El secreto"
Jaime y Carlos son amigos.
La familia de Carlos tiene un secreto.
Un día, Carlos le contó el secreto a Jaime.
Jaime se lo contó a su mamá.
Su mamá se lo contó a la policía.
Jaime ya no está.
"Mi realidad"
En el campo de batalla, enfrente, el enemigo. No puedo pensar en lo que va a pasar en unos minutos, solo puedo rememorar viajes, personas, sensaciones. Lo vivido.
Este lugar me ha marcado, sí, pero no por eso olvido todos los demás, que siempre tendrán un trozo de mi corazón; porque, cómo olvidar todos los misterios que escondía la librería Sempere, tantos o más como los que se escondían en aquel faro de la mujer ausente, o mi viaje a la luna para acabar colgada de ella, mi verano en el campamento Godoy, hacer de detective junto a Hércules Poirot, ir a Nueva York para encontrarme con un poeta español, vivir la Primera Guerra Mundial desde la trinchera.
Noto las mejillas mojadas, siento una daga en el pecho. Espero levantarme y seguir luchando, hasta que me doy cuenta de que las lágrimas que me corren por las mejillas, aunque reales, no están siendo derramadas en el campo de guerra, sino en el libro que tengo entre las manos, en mi habitación.