Había una vez, hace muchos años, un viejo marino que, cansado de pescar atunes y sardinas, decidió fletar un barco para descubrir mundos nuevos y desconocidos.
Con los ahorros de toda su vida y sus propias manos construyó una hermosa nave blanca. Luego reclutó la tripulación, formada por todos los hombres, mujeres, niños y niñas que ansiaban conocer nuevos horizontes y, tras llenar de provisiones las bodegas, se hizo a la mar.
Durante años, la nave blanca surcó los siete mares y sus tripulantes vivieron aventuras increíbles.
En las noches de calma, toda la tripulación se reunía en cubierta y alguien contaba una historia. Las había de todas clases: historias reales como la vida misma, cuentos como una casa, historias tristes y cuentos que los hacían reír hasta que les lloraban los ojos. Con el tiempo la nave blanca fue tan conocida por las historias que contaban sus marineros, que en todos los puertos la llamaban La Nave de los Cuentos. En cada puerto, gentes de todas clases, edades y condiciones se enrolaban en La Nave de los Cuentos. Unos, fascinados por la fama de sus historias; otros muchos, para contar los cuentos que les rondaban por la cabeza.
Hace ya mucho tiempo, una misteriosa paloma mensajera apareció en la biblioteca. Parecía haber volado grandes distancias. Inmediatamente nos dimos cuenta de que en su patita izquierda había un trozo de papel enrollado. Llenos de curiosidad, y tras dar de beber a la paloma, abrimos el mensaje. Era, como podéis suponer, de la Nave de los Cuentos. En el mensaje se narraba la historia de la nave blanca y nos decían que, en adelante, todos los meses atracarían en la biblioteca para contar sus historias. Nos pedían que avisáramos a los niños y a los padres de Coria de que ya para siempre estarían unidos a nuestra biblioteca.
¡Eso sí!, nos decían en el mensaje que los niños debían traer a sus padres o a sus madres o a alguna persona mayor, pues se habían dado cuenta de que es mucho más divertido contar y escuchar los cuentos todos juntos, niños y mayores.
Así que si queréis enrolaros en la Nave de los Cuentos decid a vuestros padres que rellenen la tarjeta de marinero y que la traigan de nuevo a la biblioteca. Os esperamos para contaros las historias de la Nave de los Cuentos.
¡Salud marineros. Y que los duendes de la mar os acompañen!